2015/05/27

Entrevista en el diario Berria: "A los niños no les enseñamos ni siquiera los nombres de los genitales"

"A los niños no les enseñamos ni siquiera los nombres de los genitales"

Aingeru Mayor. Sexólogo
(Entrevista publicada en euskara en el diario Berria. Traducción: Rakel Martínez)

Mayor denuncia la oscuridad que rodea a conceptos como sexualidad, erótica y placer, ya que ello no trae más que desconocimiento respecto al cuerpo y el placer de uno mismo.

La sexualidad de madres y padres y la sexualidad infantil. De ello habló el sexólogo Aingeru Mayor (Donostia, 1972) en Hondarribia (Gipuzkoa), en el curso que impartió el sábado. Según él, a los niños habría que hablarles sobre sexualidad, como se les habla sobre gastronomía o biología. "A los niños ni siquiera les enseñamos los nombres de los genitales". De todos modos, en lo que respecta a la sexualidad, si bien es bueno que los padres se preocupen por la educación de los niños, anima a que los padres se miren a sí mismos. Porque una buena vivencia del placer y de la erótica les hará más felices y esto será lo que transmitan a sus hijos.

Sexualidad es una palabra que se usa a menudo. ¿La usamos bien? ¿Como la definirías? 
La sexualidad hace referencia a cómo vive cada uno su sexo. Es decir, cómo vive cada uno el hecho de ser hombre o mujer. Sexualidad, para mi, no es sinónimo de reproducción, ni de genitales, ni de follar, como se quiere hacer ver en los medios de comunicación.


En las escuelas a los adolescentes se les ofrecen cursos sobre sexualidad. ¿Qué te parecen? 
En las escuelas cuando se habla de sexualidad con los adolescentes, muchas veces solo se habla de preservativos y riesgos. Esto es, se habla de reproducción, de genitales y de follar. El objetivo de mis cursos es compartir con padres y educadores  conocimientos para que puedan acompañar a los niños en su proceso de sexuación.

Suele haber dificultades para hablar sobre sexo con los niños, ya que los tabúes tienen una gran fuerza. 
Nadie habla sobre el cuerpo, el placer y la erótica. Y, por lo tanto, a los niños les dejamos un vacío. Además, cuando se dice algo, siempre tiene tintes de secreto. Por lo tanto, poco a poco los niños van asimilando que no ha de hablarse de esos temas. Se puede analizar cómo los niños exploran sus cuerpos cuando son pequeños. Como cuando juegan con otros niños, comparten esa exploración. Pero con 5, 6 o 7 años interiorizan ese halo de prohibición.

¿Qué consecuencias tiene ese secretismo? 
Eso acarrea dificultades para comprender el mundo de la sexualidad y la erótica. En otros temas, por ejemplo la gastronomía o la biología, se les proporcionamos unos conocimientos básicos, un alfabeto. Sin embargo, a los niños, no les enseñamos ni el nombre de los genitales. Como se dice en euskera, todo lo que tiene nombre, es y lo que no tiene nombre no existe. Por lo tanto, los genitales se esconden, y queda un vacío. Ese vacío, claro, tratarán de llenarlo.

¿Cómo lo va a llenar? 
A menudo con la pornografía. Luego nos sorprendemos del efecto que tiene la pornografía en los jóvenes. Pero, muchas veces, esa es la única fuente de la que disponen los adolescentes. Cuando los adolescentes empiezan a sentir la atracción erótica, son desconocedores de su propio cuerpo. Lo único que saben los jóvenes es lo visto en las películas: que los chicos tienen que meter el pene en algún sitio, y las chicas, que les tienen que meter algo. Eso sí, con un montón de preservativos que les hemos dado.

¿Qué importancia tiene la actitud de los padres en el desarrollo de la sexualidad de los niños? 
Los padres son la referencia principal de los niños. Pero los niños no aprenden tanto de lo que les decimos, sino más bien de lo que hacemos. Por eso les digo a los padres que, en lugar de preocuparse tanto de la sexualidad de sus hijos, sería conveniente que se ocuparan de la suya propia. Si nosotros vivimos felices en el placer, y vivimos a gusto nuestra erótica, todo eso se lo trasmitiremos a nuestros hijos.

¿Al trabajar estos temas, cuáles son las resistencias principales que te has encontrado? 
Hay mucho trabajo por hacer en cómo cada uno vive su propio cuerpo. Vivimos bajo la tiranía de una imagen impuesta, sobre todo las mujeres. Nos han vendido un prototipo que es irreal, y eso ha llevado a muchas mujeres a no aceptar su propio cuerpo. Por otro lado, se ha impuesto el coito como único modelo para la erótica. Y de este modo los amantes no hacen más que representar un guión previamente escrito. Y eso dificulta que cada uno encuentre sus propias maneras de amar.

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