Reseña del libro "Tránsitos",
por Joserra Landa: Tengo el gusto de reseñar un libro muy especial para mi. Se titula “Tránsitos: Comprender la transexualidad infantil y juvenil a través de los relatos de padres y madres” y ha sido escrito por Aingeru Mayor y publicado por la editorial Bellaterra.
Antes de empezar con la reseña, quiero hacer una aclaración a título personal. Me siento muy autorizado para hacer esta reseña pues se trata de un tema en el que llevo muchos años trabajando y se trata de un texto en el que he participado intensamente antes de que viese la luz. De hecho, en el periodo de su gestación, y gracias al tiempo extra que nos regaló el confinamiento con motivo de la COVID-19, he discutido y platicado con su autor hasta el amanecer, he revisado y corregido el manuscrito y he hecho multitud de propuestas y críticas. A decir verdad, la experiencia, ha sido, en sí misma, intelectualmente fructífera y humanamente gratificante.
Pasado el verano, una vez publicado el libro, Aingeru me hizo llegar un ejemplar dedicado que he vuelto a leer con mucha atención. Sorprendentemente, me he vuelto a emocionar como si fuese mi primera lectura. De nuevo, me ha conmovido y me ha removido; me ha enfadado y me ha ilusionado. Leyendo estas historias de familias que conozco y reconozco he reído y he llorado, he sentido rabia y simpatía, enfado y alegría, desazón e ilusión. Aclarado todo lo antedicho, comienzo la encomienda: reseñar el texto del libro (y dejar de hablar del contexto que me une a él).
La obra está dividida en tres partes que llevan por título: Relatos de vida, Análisis, Reflexiones. En la primera parte, la más larga y, sin duda, la más emocionante, se ofrecen veinticinco relatos breves, escritos por diferentes redactores amateurs, padres o madres de menores transexuales, que nos ofrecen, desde dentro, el testimonio de su vida familiar. Cada redactor, cada relato, cada familia, cada circunstancia, es diferente al resto; sin embargo, todos ellos conforman un mosaico o una polifonía de vivencias singulares que conforman una realidad coral. De todo ello emerge una narración colectiva y polimorfa que se constituye en un microcosmos coherente y consistente. Por ello, si el lector o lectora abandona la lectura tras haber leído estas primeras 230 páginas, la experiencia habrá merecido la pena pues todo lo que cabe decir ya está dicho, mostrado, apuntado, sugerido. No obstante, a partir de ese momento, el autor toma el control del timón y empieza otro libro diferente sobre el mismo tema y sobre los mismos casos. Si antes Aingeru Mayor había cedido la pluma a las familias, en la segunda y tercera parte, se pone las gafas de sexólogo sustantivo y cambia el modo de escribir y el modo de describir; por lo tanto, cambia también el plano de lo escrito y el plano de lo descrito. Aunque siga hablando de lo mismo, esas niñas con pene y esos niños con vulva, se habla ahora desde otro lugar y de otro modo. Con ello, se produce, en el interior del propio texto, un tránsito, el que va: desde la autoría coral a la autoridad del autor, desde lo íntimo de las familias a lo profesional del científico formado e informado, desde lo concreto de los hechos a lo abstracto de las ideas, desde lo singular de las experiencias a lo universal del conocimiento. Con ello, Aingeru Mayor empieza a construir teoría sexológica especializada y cualificada. Con todo ello, esta segunda parte se va conformando con una mezcla de: oportunas lecciones que sirven para «aprender sobre el tema» y buenas praxis que sirven para «gestionar el tema».
Finalmente, la obra acaba con una tercera parte más breve en la que se ofrece un ramillete de conclusiones sobre la infancia y adolescencia de estos niños y niñas. Pero, además, el autor se adentra en los ignotos territorios de algunas realidades vecinas. Así, ofrece algunas reflexiones sobre otros dos hechos de diversidad sexual diferentes: de un lado, niños y niñas con genitales ausentes, ambiguos o ambivalentes; de otro lado, niños y niñas con identidades ausentes, ambiguas o ambivalentes. Aunque los hechos sean diferentes y las razones sean otras, también estos niños y niñas plantean un problema radical al imperativo cumplimiento de esa axiomática predicción sexual que viene a decir: “si tiene vulva será chica”, “si tiene pene será chico”. De hecho, esta es una de las lecciones que pueden extraerse del libro de Aingeru Mayor: la predicción que relaciona genital neonatal con identidad sexual futura es «una buena hipótesis pero un mal axioma». Por lo tanto, conviene no ser rígido y dejar que sean las evidencias quienes confirmen o desmientan la hipótesis inicial.
Para finalizar esta reseña, quiero señalar varias cuestiones. Por un lado quiero señalar que esta obra es un tanto difícil de clasificar. Podría decirse que es un libro de relatos biográficos pero también podría decirse que es un libro de casuística. Se trata de un texto profesional (si se quiere, científico) caracterizado por el rigor pero también se trata de un texto literario hermoso que ofrece emoción a raudales. Desde luego, ofrece una pátina profesional sobre un hecho desgarradoramente humano que, durante siglos, ha permanecido sumergido en las entretelas de lo personal y lo interpersonal: la difícil biografía de quienes no cumplen la axiomática predicción sexual.
Se trata de un libro que puede servir a todo tipo de profesionales (sobre todo, a quienes se dedican a la educación, los servicios sociales o la salud,...) pero perfectamente sirve para todo tipo de familias (no solo para quienes tienen en su seno a estos menores).
Aunque el libro versa, sobre todo, sobre material íntimo, propone interesantes materiales que bien pueden servir para planificar y construir otra nueva polis que es perfectamente posible y está a nuestro alcance. De hecho, como ocurre con todas las grandes obras, aunque habla de lo local y de lo singular ofrece buenos materiales para pensar y repensar sobre lo global y lo universal. Son cuentos pero son cuentos que han sido escritos sin cuentos; son historias pero son historias que conforman la historia: tanto nuestra historia actual como la historia inmediatamente futura que ya estamos cincelando con lo que hacemos y dejamos de hacer.
Visto el resultado, me siento cuadruplemente orgulloso: del autor, de las familias, de la obra y de mi mismo por ser partícipe de todo esto. Me siento optimista e ilusionado de comprobar cómo, con motivo del conocimiento y la comprensión de cómo son y qué les pasa a estos niños y estas niñas, se van abriendo: mentes y normas, caminos y oportunidades. No es mucho pero tampoco es poco.
Joserra Landa
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